Con genética de punta y un clima que acompañó, un productor del sudeste bonaerense alcanzó los 10.300 kilos por hectárea la campaña pasada. El viernes 10 de mayo, a las 10.45, en el primer piso del congreso A Todo Trigo, Nidera presentará las fórmulas de éxito para el cultivo.
A Jan Koorn le gusta hacer todo con sus propias manos. “Yo siembro, fumigo y cosecho”, dice. Y aunque tiene empleados, para él no hay nada mejor que la tarea realizada por “uno mismo”. Hombre determinado, produce unas 200 hectáreas —en campos propios y arrendados— en la zona de Otamendi, en el partido de General Alvarado, provincia de Buenos Aires.

Situados a unos 30 kilómetros de la costa, los campos de Koorn tienen suelos fértiles en los que rota trigo, papa y soja de segunda. Como a gran parte de los productores, en la campaña triguera 2022/23 no le fue bien. Eso le dejó un margen más acotado para invertir en la campaña siguiente.

Pero el año pasado se armó de valor y sembró Baguette 820 de Nidera. Justamente, con esta última variedad alcanzó los 10.300 kilos de promedio en algunos lotes, y en otros entre 8.800 y 9.000 kilos por hectárea. ¡Increíble! Casi cuatro veces más que el rinde promedio nacional que, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, se ubicó en 2.840 kg/ha.

Según Koorn, en años normales, los trigos suelen alcanzar los 6.000 kg/ha y, en años buenos, pueden llegar a los 7.000 kilos de promedio. “Una sola vez rozamos los 8.000 kilos”, asegura.

¿Qué explicación se le puede dar a tamaño rendimiento? La genética fue un factor decisivo: Baguette 820 es una variedad del grupo de calidad 3, de ciclo largo con alto requerimiento de frío. “No sólo me sorprendieron los rindes, sino la facilidad con que se cosecha”, afirma este productor que cuenta con cosechadora y se ocupa él mismo de hacer esa tarea.

Más allá de los materiales de Nidera, el productor considera que “llovió bien y en el momento justo”. Otra clave es que realizó la fertilización nitrogenada justo antes de las precipitaciones. “Hay gente que está apurada, ¿entendés?, pero yo no. Yo busco justo el momento en que va a llover, y ahí recién pongo la urea. Así, se incorpora mejor”, revela el agricultor que hizo dos aplicaciones: la primera, al momento del macollaje y, la segunda, a los 20 días.

Según Koorn, fue clave el clima que prevaleció en noviembre y diciembre. Sembró el 10 de junio y cosechó el 26 de diciembre. “No hubo calores muy fuertes que arrebaten el trigo; se secó muy lento, y cuando llegamos a diciembre, todavía estaba verde. El clima —de alguna manera— acompañó mucho a que se extienda el ciclo; eso ayudó al llenado de granos”, analiza para entender semejante performance.

El viernes 10 de mayo, a las 10.45, en el Salón Victoria Ocampo ubicado en el primer piso del Sheraton de Mar del Plata, donde se realizará el congreso A Todo Trigo, Nidera presentará las fórmulas de éxito para el cultivo.