El nuevo Índice FADA revela que tras pagar costos, más del 60% de lo que queda en el
agro va a impuestos. La situación se agrava en trigo, que soporta una carga del 78%.
En plena siembra de trigo y con la campaña 2025 en marcha, el agro vuelve a poner la lupa
sobre la presión fiscal que enfrenta el sector. Según el nuevo relevamiento de la Fundación
Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), el 63,6% del resultado neto de una
hectárea agrícola promedio se destina al pago de impuestos.
“Para producir es necesario pagar diferentes costos: semillas, fertilizantes, salarios, fletes,
seguros, etc. Una vez que se cosecha y se vende el cultivo, lo que queda se reparte entre el
dueño de la tierra (26,6%), la ganancia del productor (9,8%) y los impuestos (63,6%)”,
detalla Nicolle Pisani Claro, economista jefe de FADA.
En relación a marzo, el índice aumentó. A pesar del alivio que representó la baja temporal
de los Derechos de Exportación (DEX), la fuerte caída en los precios internacionales
provocó una reducción en el valor de la producción y, en consecuencia, incrementó el peso
relativo de los tributos. Así lo explica Antonella Semadeni, economista de FADA: “La baja de
precios es tan fuerte que hace crecer el porcentaje que representan los impuestos en
relación al ingreso total”.
Con el trigo en el centro de la escena —ya que es el único cultivo que mantiene la prórroga
de la baja de DEX—, FADA advierte sobre un contexto adverso. El precio actual está 20%
por debajo del promedio de los últimos cinco años, y cayó un 6% respecto de marzo. En
comparación con un año atrás, la baja es del 28,2%.
“Menores precios significan menor renta para el productor, que sigue enfrentando los
mismos impuestos. Por eso el peso del Estado es mayor”, señala Pisani Claro.
El índice para el trigo trepa al 78,2%, uno de los más altos desde que se realiza la medición.
Según Semadeni, “para que el resultado mejore, el precio local debería estar cerca de los
USD 220 por tonelada, pero hoy ronda los USD 200”.