La tensiones geopolíticas, las exigencias sanitarias y las demandas de sustentabilidad son los temas que deben ser tenidos en cuenta por toda la cadena de producción.

La Argentina exporta maíz a más de cien mercados, y nuestro cereal es conocido en todo el mundo y valorado por su calidad. Sin embargo, la producción y el comercio internacional de maíz enfrentan numerosos desafíos: las tensiones geopolíticas, los nuevos mercados, las exigencias fitosanitarias y sanitarias de los países de destino y las demandas de sustentabilidad, entre otros.

Desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, se han sumado los conflictos entre Israel e Irán, y entre China y Taiwán, en los que Estados Unidos ha tenido una participación activa. Esta tensión geopolítica afecta al mercado del maíz, no sólo por su efecto sobre los precios, sino también por el redireccionamiento de los flujos comerciales.

En los últimos diez años, China pasó de tener una participación del 3% al 12% en las importaciones mundiales de maíz, con lo que se convirtió en el principal importador mundial. El mercado chino demanda anualmente más de 20 millones de toneladas de maíz, y Brasil es su principal proveedor. El incremento de las compras chinas en Sudamérica a expensas de un menor peso de Estados Unidos es una oportunidad para la Argentina. Aquí también la geopolítica juega un rol.

La Argentina acordó con China un protocolo fitosanitario muy parecido al de Brasil, y los eventos biotecnológicos aprobados aquí también lo están en el gigante asiático; en consecuencia, el país ya está en condiciones de comenzar a exportar a China. Es importante tener un flujo estable y cuidado para convertirnos en un proveedor confiable.