A mediados de noviembre, Sebastián Marolda sembró girasol en 80 hectáreas de loma en
La Numancia, Tandil. Lo hizo con una densidad de 45.000 plantas por hectárea y
fertilizando con 60 kilos por hectárea de fosfato monoamónico más algo de UAN, y al
momento de la cosecha se llevó una grata sorpresa.
“En enero llovieron solo 25 mm y febrero pasó sin lluvias hasta el 23, que llovieron 25 mm
con ola de calor extremo. No daba dos mangos pero se la re banco el girasol. Esperábamos
2.300 kilos por hectárea y cosechamos 2.900. ¡Sorpresa total!”, comenta.
En una campaña marcada por la sequía y las altas temperaturas de diciembre y enero, el
girasol sacó pecho con su rusticidad y les está dando una alegría a la mayoría de los
productores que apostaron por él.
Según la Bolsa de Comercio de Rosario, la siembra de girasol 2024/25 en Argentina
alcanzó un total de 2 millones de hectáreas, representando un aumento del 10 por ciento
respecto de la campaña anterior. “El aumento en el área se dio con más fuerza en el centro
del país, que sumó 100.000 hectáreas entre campañas, aunque en general todas las zonas
vieron subas a excepción del sudeste bonaerense. Ante esta distribución de superficie la
producción estimada a nivel nacional se ubica en 4,3 millones de toneladas, un aumento del
15 por ciento respecto a la campaña anterior”, detalla la entidad.
Marcelo Ventura, productor y asesor en campos del centro, este y sur de Córdoba, cuenta
que allí, como producto de la amenaza que podía significar una nueva aparición de la
chicharrita en maíz, muchos lotes pasaron a sembrarse con girasol y así fue que
prácticamente se duplicaron las hectáreas con respecto a la campaña anterior. “También el
buen precio de pizarras y a futuro en aquel entonces era tentador, con un muy buen margen
final”, aclara.
Luego explica que comúnmente en esa región el girasol se hace sobre maíz y en menor
medida después de soja de segunda, y se aplica un nivel tecnológico entre bueno y muy
bueno. Además, a consecuencia de la rusticidad del cultivo siempre se le han destinado los
cuadros de menor fertilidad, pero en esta campaña se han buscado mejores lotes.
“El 70 por ciento de los lotes se han hecho en siembra directa y buscando una densidad de
entre 50/60 mil plantas por hectárea, con entre seis y ocho kilos de semilla. Además, a
diferencia de años anteriores se relevó un 25 por ciento de lotes con siembra de precisión.
Hubo fertilización en un 80 por ciento de los cuadros, en general con fosfatados (como
arrancador) y urea (no más de 25 kg/ha). Es más común hacerla cuando van sobre maíz”,
detalla Ventura.
Respecto a los híbridos, dice que los más utilizados son los linoleicos (70%) y con
tecnología CL, y que generalmente la semilla utilizada ya viene tratada con fungicidas e
insecticidas al momento de la compra.