Cuando se analiza el próximo ciclo se observa un incremento en dólares de, por lo menos,
un 10% respecto al año pasado en labores, una caída en los precios y arrendamientos aun
caros.
El sudeste bonaerense tiene algunas particularidades productivas, entre ellas se podría
decir que predominan dos ambientes: uno de suelo profundo, sin impedimentos físicos, con
muy buena amplitud térmica debido a la influencia del mar, y otro ambiente de menor
potencial, que no es menor en superficie, con suelos someros, más continentales, sin esta
influencia oceánica, con el principal impedimento físico como la tosca, que afecta entre
otras cosas la capacidad del suelo de almacenar agua.
En el medio, se puede encontrar suelos arenosos, gredosos, bajos o incluso altos. que
siguen siendo un impedimento para lograr elevados potenciales de rendimiento, los cuales
hemos ido aprendiendo en base a manejo y con mucha ayuda de la agricultura de precisión,
dos factores que son claves en el negocio para lograr una mayor eficiencia. Esto se hace
aún más importante en estos ambientes restrictivos, ya que la heterogeneidad dentro de los
lotes no es menor.
Cuando se analiza la próxima campaña 2025/2026, se observa un incremento en dólares
de, por lo menos, un 10% respecto al año pasado en labores, una caída en los precios y
arrendamientos aun caros. En líneas generales, los cultivos de fina en el sudeste de Buenos
Aires y más en el sudoeste, participan en la rotación en mayor medida que los cultivos de
gruesa. Esta campaña de cebada y trigo no es impulsada por los márgenes brutos por sí
mismos debido a una mala relación de precios con los insumos; la famosa relación insumo/
producto, sobre todo, la relación con los fertilizantes.
Esto viene ocurriendo ya hace un tiempo y para peor, el cultivo de segunda, el cual
predomina la soja, no arroja números tentadores. El rendimiento de indiferencia de una soja
de segunda varió siempre entre los 800 y 1000 kg/ha. Con este panorama de precios y
costos, el rendimiento de indiferencia oscila alrededor de los 1500 kg/ha en el sudeste
bonaerense, y eso es en general lo que uno presupuesta para una soja sobre cebada.
Siempre hablando de campos alquilados y adjudicándole el 80% de los costos de alquiler a
la fina y el 20% al cultivo de segunda.
Los mayores costos de un cultivo de fina son el costo de la tierra (el alquiler) y la
fertilización: la participación de los fertilizantes fosforados como los nitrogenados ronda en
el 20% de los costos totales; en cambio en un girasol o un maíz oscila entre el 8 y el 15%,
respectivamente.
Un indicador que utilizo mucho es la relación que hay entre el costo de producir una
tonelada y el precio neto de la misma (precio bruto menos gastos comerciales y flete). Hoy,
esta relación es cercana al 95% en maíz y, en girasol, entre 82 y 85 %. Lo cual es muy
riesgoso para un negocio al aire libre, por si no queda claro, el costo de producir una
tonelada de cebada es 5% menos que comprarla en el puerto.