Según un informe del Ieral de la Fundación Mediterránea, se espera que los productores incrementen el porcentaje de retención, lo que se reflejará en menor producción y una caída en la faena, que ayudará a mejorar los precios de la actividad.

La foto actual de la actividad ganadera marca una abundante oferta de hacienda por la sequía, que combinada con un poder adquisitivo deteriorado en la población a raíz de la inflación, derivan en precios planchados, tanto en los valores de la hacienda como en los mostradores de las carnicerías.

No obstante, el horizonte asoma más despejado para este rubro: según un análisis del economista Juan Manuel Garzón, del Instituto de Estudios (IERAL) de la Fundación Mediterránea, la llegada de lluvias a las principales regiones productivas comenzará a cambiar la dinámica del negocio y las tendencias actuales darán un giro.

En concreto: una retención de vientres, que derivará en menor faena y producción, con exportaciones firmes pero una caída en el abastecimiento al mercado interno. ¿La consecuencia? Una fuerte presión para que suban los precios tanto de la hacienda como de la carne.